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...EL MUNDO HA DE CAMBIAR DE BASE. LOS NADA DE HOY TODO HAN DE SER " ( La Internacional) _________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

7/5/18

UN MAQUIAVELO NO TAN MAQUIAVELICO



 El otoño  2014 cumplió 500 años El Príncipe, célebre libro del genio del Renacimiento Nicolás Maquiavelo. Esta obra aún sigue cautivando a políticos, intelectuales y amantes de la literatura. En honor a este mítico volumen renacentista, el profesor italiano Maurizio Viroli ha publicado su último ensayo Redeeming The Prince: The Meaning of Machiavelli’s Masterpiece (Ed. 2014, Princeton University Press), Redimiendo El Príncipe: el sentido de la obra maestra de Maquiavelo.


 Viroli invita a replantearse la visión generalizada que se tiene de El Príncipe, según la cual sus páginas están destinadas a enseñar la utilidad política del mal. Entrevistado por EL SIGLO, Maurizio Viroli deja claro que esa y otras muchas interpretaciones que se han hecho del texto de Maquiavelo no son del todo acertadaS

Por Salvador Martínez (Berlín) Maquiavelo no era tan maquiavélico como todo el mundo cree que fue. Es más, escuchando hablar a Maurizio Viroli, parece obvio que no lo fue. “La idea de que Maquiavelo era un maquiavélico apareció en el contexto de la Contrarreforma, en la que se le acusó de seguir determinadas políticas”, dice Viroli a este semanario. “Luego, otros académicos siguieron interpretándolo así, por detestarlo, o por no tener tiempo para estudiarlo”, añade este intelectual de prestigio internacional y, entre otras cosas, profesor emérito de Ciencias Políticas en la Universidad de Princeton.

Tan enraizadas en la cultura popular están las ideas negativas relativas al pensador político del Renacimiento y autor de toda una obra cumbre como El Príncipe que hasta en el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española se lee que el maquiavelismo es una: “Doctrina política de Maquiavelo, escritor italiano del siglo XVI, fundada en la preeminencia de la razón de Estado sobre cualquier otra de carácter moral”.

 Para desmontar esta idea comúnmente aceptada, Viroli responde: “¿Pero quién fue Maquiavelo? Fue un alto cargo que sirvió su país de modo impecable. Sin corrupción alguna. Nunca se ha probado nada contra él”. Sabe bien de lo que habla Viroli cuando aborda este tema. Se trata de un especialista en la cuestión. Entre sus abundantes libros figuran relevantes obras dedicadas al intelectual renacentista. Una de ellas es la biografía La sonrisa de Maquiavelo (Ed. Tusquets, 2002). Sobre este volumen centrado en la vida de Nicolas Maquiavelo, el prestigioso The New York Times ya apuntó en su día que bien pudiera servir de “antídoto frente a la imagen estereotipada de granuja egoísta por la que se conoce” al autor de El Príncipe. En España, el último libro de Viroli que se ha publicado es La elección del príncipe (Ed. Paidós, 2014).

 Por qué continúa percibiéndose a Maquiavelo como un maléfico profesor de ciencia política tiene mucho que ver con El Príncipe, una obra del Renacimiento celebrada como pocas. “Es un hecho que El Príncipe, incluso 500 años después de su aparición, sigue generando debate de ideas entre polí- ticos y académicos”, constata Maurizio Viroli en su conversación con este semanario. En su último ensayo, Redeeming The Prince: The Meaning of Machiavelli’s Masterpiece, este universitario discurre sobre muchas de las erróneas interpretaciones que se han dado al libro. En este ámbito, este profesor no tarda en precisar que Maquiavelo no defendía eso de que “el fin justifica los medios”, una de las célebres citas maquiavélicas atribuidas al pensador renacentista. “Se dice que Nicolás Maquiavelo instruía en El Príncipe có- mo usar el poder. Usar el poder con todos los medios para conservarlo. Pero lo que él quería enseñar no era la búsqueda del poder en sí mismo, sino la búsqueda de la gloria. Y a la gloria se llega cuando uno logra algo grande y moralmente excelente”, matiza Viroli. Muchos se han dejado llevar por el sentido literal de frases contenidas en El Príncipe como “es más seguro ser temido que amado” pues “los hombres dudan menos en atacar a alguien que se hace querer que otro que hace que le teman”. O, sobre todo, la a priori más concluyente: “Un príncipe, si quiere sobrevivir, debe aprender cómo no ser bueno, y hacer uso de este conocimiento de acuerdo con su necesidad”. De ellas se ha extraído la interpretación de que Maquiavelo quería enseñar el mal cuando no es así. “Dice Maquiavelo que hay momentos excepcionales –habla de excepciones y no de normas– en los que el líder político, ya sea un fundador o un redentor, puede no mantener su palabra y usar la fuerza. Pero decir que Maquiavelo instruía a usar los todos medios para mantenerse en el poder es una completa distorsión”, según Viroli. “Algo así no existe en ninguno de los textos de Maquiavelo”, apostilla. Ni tan politólogo, ni tan realista.

De acuerdo con Maurizio Viroli, Nicolas Maquiavelo fue un intelectual bien diferente al que muchos han querido ver en sus obras. Los hay, por ejemplo, que lo consideran un pionero de la ciencia política. Así lo entendió el influyente intelectual germano-estadounidense Leo Strauss. Para él, El Príncipe fue un libro científico porque verbaliza una “lección general que está basada en el razonamiento”, según se pone de relieve en Redeeming The Prince: The Meaning of Machiavelli’s Masterpiece.

No obstante, Viroli estima esta línea interpretativa del texto de Maquiavelo como “un anacronismo”. “Maquiavelo nunca tuvo la intención de hacer ciencia política moderna”, y “una prueba de que esto es así, de que El Príncipe no es un libro de ciencia política, es que este pequeño libro de Maquiavelo acaba con una exhortación”, asegura. “Otros textos como el de Maquiavelo, en general, no acaban así”, aduce el investigador italiano, haciendo alusión al capítulo vigesimosexto de El Príncipe, titulado “exhortación a librar Italia de los bárbaros”. En este punto de El Príncipe, el intelectual renacentista imagina una realidad política diferente a la de la Italia del siglo XVI, muy dividida y aún sometida a la ocupación extranjera. Plantea Maquiavelo la posibilidad de que, en esas circunstancias, emerja “un hombre” que “cure a Italia de las llagas” que sufre, pues su país presenta todavía “disposiciones de seguir una bandera, si hay alguien que la enarbole y la despliegue”. En definitiva, escribe Maquiavelo: “No es menester, pues, dejar pasar la ocasión del tiempo presente sin que Italia, después de tantos años de expectación, vea por último aparecer a su redentor”. Estas afirmaciones son las que demuestran con más claridad que Nicolás Maquiavelo no fue un politólogo adelantado a su tiempo, según Maurizio Viroli. “Un politólogo siempre se mantiene cercano a la realidad política, y no se preocupa en dar vida o imaginar otras realidades políticas”, asegura el profesor emérito de la Universidad de Princeton. Esta observación del investigador italiano va de la mano de otra apreciación sobre El Príncipe. A saber, se supone que esta obra es seminal para la escuela del realismo político. Así consta, de hecho, en toda enciclopedia que se precie. Sin embargo, no son sinónimos Maquiavelo y el realismo – teoría según la cual la ac ción política está guiada por los intereses de sus actores y que prioriza en el análisis las realidades tangibles frente a otras variables, como las ideas. Es más, si se puede asociar Maquiavelo a un tipo de realismo, es a un realismo muy sui generis, según invita a pensar Viroli. “Maquiavelo recomienda en El Príncipe que hay que liberar Italia de la dominación extranjera. Y éste es el menos realista de todos los objetivos alcanzables en el siglo XVI. De hecho, la emancipación de Italia ocurre tres siglos después”, recuerda el ensayista a este semanario. Porque la Italia de Nicolás Maquiavelo fue aquella de las dominaciones extranjeras, que se extendió más allá del siglo XVI a través de la Casa de los Habsburgo y de la era de Napoleón Bonaparte. Hubo que esperar a mediados del siglo XIX, en concreto hasta 1861, para que tuviera lugar la unificación italiana.

De ahí que, en su libro, Maurizio Viroli describa a Maquiavelo como un “realista especial, con imaginación”. Porque el intelectual renacentista comprendió la situación italiana de su momento histórico, pero ello no le impedía tener lo que en Redeeming The Prince: The Meaning of Machiavelli’s Masterpiece se denomina “imaginación política”. “Maquiavelo está imaginando cuando habla de una Italia libre de bárbaros. Además, en otros textos, imagina la resurrección de lo que él llamó virtud de los romanos. En la historia florentina, imaginó también la independencia de Florencia de Croacia. Estas ideas tampoco son para nada realistas. Realista a secas no es una buena descripción de su pensamiento político”, expone Viroli.

 En consecuencia, según se lee en su libro sobre El Príncipe: “La manera de teorizar la política en El Príncipe, y en todos los trabajados políticos de Maquiavelo, debería ser descrita como un realismo refinado que acompaña algunos rasgos intelectuales asociados al idealismo político y a la profecía política”. Si no ocurre así, en general, se debe al predomino en la escena intelectual de interpretaciones y usos que se han dado al texto de El Príncipe diferentes a los que plantea Viroli. Sobre la principal utilidad que puede tener el texto que Maquiavelo escribió para Lorenzo II de Medici, Viroli entiende que es la “redención”. Porque, según él, “El Príncipe” es un libro “sobre cómo ha de ser una política redentora”, algo útil para todos aquellos pueblos que “han sufrido la dominación extranjera, la corrupción y la debilidad política”. “Maquiavelo estaba enseñando un modelo para la Italia del siglo XVI, pero su teoría también es relevante para otros pueblos, incluso hoy”, concluye el autor de Redeeming The Prince: The Meaning of Machiavelli’s Masterpiece.

Fuente: http://www.elsiglodeuropa.es/siglo/historico/2014/1076/1076cultura.pdf

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